Interno de Medicina de la Universidad San Sebastián, en la etapa final de su formación como médico cirujano, Roberto Rehbein Vicuña proyecta su futuro profesional sin perder de vista sus raíces: volver a su región, especializarse en anestesiología y seguir aportando a la comuna que lo vio crecer.

Desde pequeño me crié en Fresia, una comuna que marcó profundamente mi forma de entender el mundo y mis sueños. Estudié desde pre-kínder hasta cuarto medio en el Colegio Purísimo Corazón de María, lugar donde crecí, me formé y, sobre todo, donde nació mi mayor anhelo: ser médico. Ese sueño me ha acompañado desde niño y nunca dejó de estar presente, incluso en los momentos más difíciles. La persistencia, las ganas de superar obstáculos y la determinación por estudiar Medicina se mantuvieron firmes durante todos esos años. Insistí una y otra vez, con convicción y esfuerzo, hasta finalmente lograrlo. Los sueños sí se hacen realidad.
Desde los pasillos del Hospital Base de Puerto Montt hasta las consultas de Atención Primaria en el CESFAM René Tapia, el nombre de Roberto Rehbein Vicuña comienza a hacerse familiar en el mundo de la salud regional. Interno de Medicina de la Universidad San Sebastián, está ad portas de convertirse en médico cirujano, pero su historia no se reduce a un currículo académico: detrás hay familia, comunidad, investigación y un vínculo profundo con Fresia.
“Este viaje no ha sido solo académico: ha sido un camino de crecimiento personal, comunitario y familiar”, resume Roberto. Esa mezcla de trayectorias es la que hoy lo impulsa a mirar hacia adelante con una convicción muy clara: seguir contribuyendo a la Región de Los Lagos y, en particular, a su comuna de origen.
Formación clínica con raíz en el sur
La formación de Roberto se ha desarrollado íntegramente en la región. Sus internados de Medicina Interna, Pediatría y Especialidades los cursó en el Hospital Base de Puerto Montt; los de Cirugía y Ginecología/Obstetricia, en el Hospital de Castro; mientras que su rotación de Atención Primaria la realizó en el CESFAM René Tapia.
“Cada uno de estos espacios me ha enseñado algo distinto”, cuenta. “Desde el valor del trabajo en equipo hasta la importancia de la cercanía con las personas, especialmente en zonas donde la salud es más que una prestación: es un apoyo vital”.
Ese contacto directo con realidades diversas —hospitales de alta complejidad, centros de mediana escala y la base de la salud familiar— ha reforzado en él la idea de que ser médico, en un territorio como el sur de Chile, implica mucho más que un título profesional.
Ciencia y región: la investigación como herramienta
En paralelo a su formación clínica, Roberto ha dedicado buena parte de sus últimos años a la investigación. Junto a compañeros y amigos ha participado en distintos congresos y jornadas científicas a nivel nacional, siempre con énfasis en problemáticas reales de los pacientes.
En las Jornadas Científicas de Estudiantes de la Salud “Nuevos Horizontes” (UDD), presentó el caso “Acromegalia y descompensación metabólica en paciente con diabetes secundaria a pancreatoduodenectomía”. Más tarde, en el 61° Congreso de Ortopedia y Traumatología, expusieron el trabajo “Estadía hospitalaria por coxartrosis (2019–2022): descripción según sexo, edad y tipo de coxartrosis”.
Su participación más reciente fue en el XXXV Congreso de Médicos Generales de Zona – Reloncaví 2025, donde él y su equipo presentaron cuatro investigaciones clínicas:
- Plasmocitoma costal como hallazgo incidental en dorsalgia crónica
- Abordaje conservador de linfoma No Hodgkin difuso en paciente frágil
- Degeneración combinada subaguda por anemia perniciosa: recuperación funcional
- Promoción del uso adecuado de antibióticos en adultos mayores con IRA en APS, este último elegido entre los tres mejores trabajos del congreso.
Más que un listado de presentaciones, Roberto ve en estas experiencias una forma concreta de aportar: “La investigación nos permite entender mejor lo que pasa con nuestros pacientes y mejorar cómo los tratamos. Si esa evidencia se genera desde la región, mucho mejor”.
Un operativo que marcó a Fresia
Uno de los hitos que Roberto recuerda con más cariño ocurrió lejos de los grandes congresos y más cerca de su propia comunidad. En 2024 impulsó y organizó el operativo de neurología más grande realizado en la comuna, que permitió otorgar atención especializada a más de 70 personas.
“Ha sido una de las experiencias que más me ha marcado”, confiesa. “Reafirma mi deseo de que, con el conocimiento adecuado y la coordinación correcta, sí es posible mejorar la vida de las personas”.
Para él, ese operativo es un ejemplo concreto de lo que espera seguir haciendo en el futuro: acercar la salud especializada a territorios que muchas veces quedan al margen, donde una consulta oportuna puede marcar una diferencia enorme en la calidad de vida.

De la Banda Comunal a la vocación médica
El vínculo de Roberto con Fresia no empezó con la Medicina. Años antes de sus internados, su nombre ya sonaba en otra área: la música. En 2017, junto a su amiga Nicole Almonacid, fundó la Banda Comunal de Fresia, de la cual fue su primer presidente.
“Fue un proyecto que, más allá de lo musical, buscaba crear comunidad y espacios de encuentro para niños y jóvenes”, recuerda. Esa experiencia le enseñó tempranamente el valor del trabajo colectivo, la organización y el compromiso con los demás, aprendizajes que hoy dice trasladar a cada paciente y a cada equipo de salud con el que le toca trabajar.

El sueño de ser anestesiólogo y volver a la región
De cara al futuro, Roberto tiene un objetivo claro: especializarse en anestesiología. “Es una disciplina que admiro profundamente por la mezcla perfecta entre ciencia, precisión, humanidad y calma clínica”, explica.
Su sueño es completar esa formación y volver a la Región de Los Lagos para ejercer, idealmente con un fuerte vínculo con la salud pública. “Quiero poder volver a mi región con esa formación, aportar desde mi experiencia y retribuir a la comunidad todo lo que esta tierra me ha dado”, afirma.
Familia, afectos y el motor para seguir
En el centro de su historia aparece una clave que Roberto repite una y otra vez: no llegó hasta aquí solo. “Nada de esto habría sido posible sin las personas que han estado conmigo incluso cuando yo mismo dudaba”, reconoce.
Habla de su madre, “fuerza constante”; de su padre, “pilar firme en cada etapa”; y de sus abuelas, Oma Olivia y abuelita Marta, quienes le enseñaron dedicación, ternura y resiliencia. También recuerda con emoción a quienes lo acompañan desde otro lugar: su tata Juan y su Opa Sergio. “Son mis ángeles, que me acompañan en cada logro y cada caída”, dice.
En esta etapa final de la carrera apareció también alguien muy especial: Antonella. Aunque llevan poco tiempo juntos, Roberto no duda en destacar su rol: “En estos días determinantes ha sido un apoyo fundamental. Su cariño, su paciencia y la forma en que ha estado a mi lado han significado más de lo que ella imagina”.
Hoy, cuando el título de médico cirujano está cada vez más cerca, Roberto mira hacia atrás con gratitud y hacia adelante con compromiso. “Todo lo que he logrado y lo que espero lograr está profundamente ligado a las personas que han creído en mí”, afirma.
Su promesa es clara: honrar cada gesto de apoyo con trabajo, estudio y humanidad; y, sobre todo, mantener viva la idea que lo guía desde el inicio: devolver, desde la Medicina, todo lo que Fresia y su
