
Estos días han sido duros.
En Fresia se siente el silencio.
Un silencio que no es solo ruido ausente: es tristeza, cansancio, y un montón de sentimientos que muchos no saben cómo poner en palabras.
Nos duele ver a nuestros vecinos pasándolo mal, nos duele sentir que no llegamos a tiempo, y nos duele ver que a veces nadie se atreve a hablar del tema.
Por eso, desde FresiaAhora queremos decirlo sin rodeos:
Fresia necesita hablar de salud mental como comunidad.
Porque no podemos seguir haciendo como si esto no nos tocara.
Nos toca a todos.
Y el silencio, aunque a veces parezca respeto, también puede ser abandono.
No somos distintos: todos tenemos días difíciles
Aquí en Fresia todavía todos nos ubicamos, quizás no en su totalidad, pero nos conocemos. Sabemos quién vive solo, quién está enfermo, quién perdió el trabajo, quién anda desanimado.
Y, sin embargo, muchas veces pasamos de largo.
No porque no nos importe, sino porque no sabemos qué decir.
Nos cuesta mirar el dolor de frente.
Nos cuesta preguntar: “¿Cómo estás, de verdad?” y quedarnos a escuchar la respuesta.
Pero si algo nos enseñan los días que vivimos, es que no basta con sentirse apenado: hay que estar presentes.
La salud mental no se trata solo de diagnósticos.
Se trata de la forma en que nos tratamos, de cómo escuchamos, de si nos damos permiso para decir “no puedo más” sin sentir vergüenza.
Ejemplos que todos entendemos
La madre que cuida sola y dice que “tiene que ser fuerte”, pero llora cuando nadie la ve.
El adulto mayor que pasa días enteros sin que alguien le toque la puerta ni le pregunte cómo está.
El joven que sonríe en la calle, pero por dentro siente que nada tiene sentido.
El trabajador que se guarda su angustia para no preocupar a los demás.
La profesora que escucha y acompaña a todos sus alumnos, pero nadie le pregunta cómo se siente ella.
El funcionario de salud que atiende con paciencia cada día, aunque esté agotado y sin tiempo para sí mismo.
El funcionario público que debe resolver los problemas de otros mientras carga con los suyos en silencio.
La mujer que cuida a un familiar enfermo y hace meses no duerme bien.
Todo eso también es salud mental.
Y si lo vemos, si lo sentimos, tenemos que hacernos cargo.
Porque el dolor del otro nunca debe parecernos ajeno.
Cuidar la mente es cuidar la vida
Fresia necesita una política local de salud mental seria y humana, que esté cerca de la gente, no solo en los papeles.
Con más profesionales, más programas, más espacios de acompañamiento.
Pero también necesitamos algo que no se compra con dinero:
empatía, escucha, compañía, comunidad.
La salud mental se cuida donde la vida sucede:
en la cancha, en el gimnasio, en la escuela, en las reuniones vecinales, en el hospital, en el municipio, en la feria, en el supermercado, en el comercio local.
Porque ahí es donde se encuentra la gente.
Ahí es donde se puede tender la mano, sin protocolos, sin burocracia, sin miedo.
Cuidar la mente es también cuidar el alma de la comuna.
Y esa tarea no tiene que ver solo con médicos o psicólogos:
tiene que ver con cómo nos miramos, cómo nos tratamos y cómo decidimos acompañarnos.
Lo que debemos construir juntos
No basta con reaccionar ante la pena.
Hay que construir una red viva y permanente de cuidado.
Una mesa comunal, sí; más profesionales, claro; pero también una cultura distinta:
que el bienestar emocional sea parte de nuestra forma de vivir,
que los colegios hable aun más de emociones,
que los dirigentes vecinales se formen en contención,
que el municipio y los medios locales trabajen juntos para prevenir y acompañar.
Y, sobre todo, que en Fresia se pueda decir sin miedo: “necesito ayuda”.
Que pedir apoyo sea tan normal como pedir un médico o un remedio.
Que nadie se quede solo.
La estabilidad emocional también es desarrollo
No habrá desarrollo real si seguimos viviendo sobre el cansancio, la ansiedad y el silencio.
La estabilidad mental y emocional no es un lujo: es una base.
Sin ella no hay familia sana, ni aprendizaje, ni comunidad fuerte.
Por eso, la salud mental debe ser política comunal, prioridad humana y compromiso colectivo.
Necesitamos más programas, más recursos, más manos.
Pero también necesitamos mirar al otro con ternura.
Porque cuando se nos olvida el cariño, se empieza a perder todo.
Nuestro compromiso como medio
Desde FresiaAhora no queremos informar desde el morbo ni desde la distancia.
Queremos acompañar.
Queremos hablar con respeto, visibilizar lo que duele, pero también mostrar lo que sana.
Queremos ser un medio que abra puertas, no que las cierre.
Nos comprometemos a seguir esta línea editorial:
hablar de salud mental sin miedo, con responsabilidad, con esperanza.
Difundir lo que ayuda, denunciar lo que falta y acompañar a quien lo necesite.
Porque la salud mental es tarea de todos, y de todos depende cuidarnos.
Porque Fresia no puede seguir callando.
Porque hablar —aunque duela— también es una forma de sanar.
Fresia necesita hablar de salud mental como comunidad.
En los barrios, en las escuelas, en el hospital, en la municipalidad, en la feria, en el gimnasio, en la cancha y en las casas.
Ahí donde late la vida.
Ahí donde, si nos escuchamos un poco más, todavía podemos salvarnos los unos a los otros.