Editorial | La salud en Fresia: la carrera desigual por una hora médica

FRESIA AHORA.- Hoy, a las 07:05 de la mañana, ya no quedaban horas médicas en el Hospital de Fresia. No es una casualidad ni un hecho aislado: es la muestra cruda de un sistema colapsado que ha transformado el acceso a la salud en una competencia injusta.

Durante pruebas realizadas con diferentes teléfonos y compañías, constatamos algo alarmante: el ingreso de las llamadas presenta variaciones de hasta 48 segundos. En un sistema que se satura en minutos, esos segundos marcan la diferencia entre ser atendido o quedar fuera.

Lo más indignante es que a las 07:02 ya no había horas disponibles en la línea 800. ¿Cómo es posible que en apenas dos minutos se agoten los cupos de atención para toda una comuna? Esto no es eficiencia: esto es exclusión, disfrazada de atención primaria.

Aquí hablamos de una brecha digital brutal. Quien maneja mejor la tecnología, quien digita más rápido el RUT, quien entiende cómo funciona el sistema, tiene ventaja. Mientras tanto, adultos mayores, vecinos rurales y quienes no dominan la digitación rápida quedan excluidos. El resultado es claro: la salud se convirtió en una carrera donde no gana el más enfermo, sino el más rápido.

Pero el problema es aún más profundo. En Fresia hay vecinos que llevan más de un año esperando una atención médica, pacientes crónicos que siguen aguardando confirmaciones de hora, usuarios que dependen de un teléfono que solo entrega tono ocupado. No es exageración: es la realidad diaria de nuestra comuna.

¿Lo sabe el Servicio de Salud del Reloncaví? ¿Lo sabe el Consejo de Desarrollo de Salud? ¿Lo sabe la Comisión de Salud del Concejo Municipal? Claro que lo saben. Pero lo que falta es la respuesta concreta, la acción, la proactividad. ¿De qué sirve la información si no se traduce en soluciones?

La comunidad también debe conocer otra verdad incómoda: en el SOME existen cupos especiales para pacientes rurales y personas con otras condiciones, pero incluso esos son casi imposibles de obtener. Y peor aún: los funcionarios de salud cuentan con privilegios para acceder a horas médicas que al resto de la población le son negados. Eso no es igualdad, eso es una brecha de privilegios dentro del mismo hospital.

A todo esto se suma la falta de transparencia. Antes, el hospital publicaba la cantidad de horas disponibles. Hoy, esa información desapareció. ¿Por qué? ¿Qué es lo que no quieren que la comunidad sepa? La opacidad en un tema tan sensible solo alimenta la desconfianza.

Estamos hablando de salud primaria, no de un trámite cualquiera.

Hoy, la atención médica no depende de la urgencia de un paciente, sino de la marca de su teléfono, de la velocidad de sus dedos o de su conocimiento digital. Y eso no es salud: eso es una lotería injusta, que castiga a los más vulnerables y premia a quienes pueden competir en esa carrera desigual.

La salud no puede seguir siendo un campo de batalla donde los vecinos compiten entre sí por los pocos cupos disponibles. No puede ser privilegio de algunos y frustración de la mayoría. Y lo más grave: no puede seguir siendo un tema que todos conocen, pero nadie se atreve a resolver.

En Fresia no se pide un favor. Se exige un derecho. Porque lo que está en juego no es solo una hora médica: es el bienestar, la dignidad y la confianza de toda una comunidad.